Dentro de poco se cumplirán 12 años de la muerte de mi padre, Don Manuel María Arce Salinas y todavía me sorprendo cuando me sucede algo agradable y me dan ganas de ir a contárselo, entonces me doy cuenta de que ya no está físicamente y cierro los ojos y se lo cuento de todas maneras, ya que estoy convencido de que él está en mis pensamientos, para siempre.
Él falleció de cáncer al pulmón, a consecuencia de su adicción al tabaco. Mientras él fumaba por lo menos dos cajetillas diarias, yo me hacía rico entre todos mis amigos porque jugábamos a dinero de mentira con la envoltura de los cigarrillos. Y cada marca tenía diferente valor, el que menos valía era el Inka, que venía sin filtro, olía horrible y que mi padre nunca fumó. A él le gustaban los Ducal, luego Premier, y casi al final Hamilton. Muy poco fumaba Arizona, que por cierto era de los que valía más en el mundo financiero de nuestra niñez.
Yo lo veía que terminaba de fumar un cigarrillo y con el mismo pucho encendía el siguiente. Muchas veces me enviaba a comprar varias cajetillas con la consigna de no regresar con las manos vacías. Muy pocas veces no conseguía y lo veía nervioso, fastidiado, y buscaba entre los puchos ya fumados, alguno que tuviera un pedazo que faltara fumar.
Creo que solamente una vez intentó vanamente el dejar de fumar. Y es que el tabaco es una de las drogas más adictivas y mucho más difícil de tratar, y además es una droga legal. Todavía recuerdo que durante las vacaciones, mi colegio primario Niño Jesús de Praga, era utilizado como depósito para desecar las plantas de tabaco y los primeros días de abril, cuando empezaban las clases, todo el colegio estaba impregnado del olor a plantas de tabaco desecadas. Estas plantas son originarias de América y después de la Conquista Española, se diseminó hacia Europa y el mundo entero. Julio Ramón Ribeyro, uno de nuestros más grandes cuentistas, escribió en sus Prosas Apátridas: “Los conquistadores de América encontraron lo que buscaban: oro en cantidades nunca vistas, tierras feraces y extensísimas, siervos que trabajaron para ellos durante siglos. Encontraron también muchas cosas que no buscaron y que modificaron el régimen alimenticio de la humanidad: la papa, el maíz, el tomate, Pero de contrabando, los vencidos les pasaron otro producto que fue su venganza: el tabaco. Y los fueron envenenando para el resto de su historia”.
Durante el siglo pasado se dio una gran batalla contra la industria tabacalera, desde el punto de vista legal y desde la opinión médica. Mucha gente se volvía adicta a la nicotina y con la lucha por la igualdad de género, las mujeres también se vieron afectadas por las consecuencias del fumar, ya que no solamente causa cáncer pulmonar sino que también el tabaco está asociado a otras enfermedades pulmonares y cardiovasculares, ya que al consumirlo no solamente contiene la nicotina que es la que produce la adicción, sino también contiene alquitrán, amonio, papel, monóxido de carbono, y según la Unión Europea, unas seiscientas sustancias, de las cuales, un aproximado de cuarenta están asociadas a cáncer. Debemos recordar que no solamente resulta afectada la persona que fuma, sino también aquellas que la rodean, las que se convierten en fumadoras pasivas.
Ahora los fabricantes están en la obligación de colocar avisos acerca de la peligrosidad de fumar. Las leyes son cada vez más protectoras para los ciudadanos, prohibiendo fumar en aviones, vehículos de transporte público, restaurantes e inclusive en algunas discotecas.
El tratamiento del tabaquismo es difícil. Se requiere que el paciente tenga ganas de dejar de fumar. Se ha empleado numerosas posibilidades terapéuticas, desde chicles con nicotina, parches, cigarrillos electrónicos que solamente contienen nicotina en gotas sin los otros componentes del tabaco; hasta medicación específica, como la vareniclina que fue aprobada por la FDA desde el año 2006.
Todas estas ayudas terapéuticas tienen mayor posibilidad de éxito si van unidas a las ganas de dejar de fumar y también a la psicoterapia: el poder de la palabra. Aunque hay varias formas de dejar de fumar, yo creo que la mejor es en la que se decide dejar de fumar de la noche a la mañana: cero tabaco y para siempre.
También estoy convencido de que la prevención es la mejor forma de no tener adictos al tabaco. Si los padres damos el ejemplo de no fumar, nuestros hijos tendrán menos posibilidades de fumar.
Esperemos que muchas más personas decidan tener una vida más saludable, para ellos mismos y para su familia.
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