Cuando Katty, la paciente de trece años, procedente de Oxapampa, salió de alta con el diagnóstico de Trastorno Conversivo, le dijimos a los padres que el hecho de que ya se había curado del mutismo, que ya había empezado a hablar de nuevo, no significaba que estaba completamente curada, sino que la recuperación era un proceso que involucraba cambios en Katty y en su familia.
Durante la hospitalización nos enteramos de que la familia tenía guardados tres secretos: uno de ellos era que Katty tenía un medio hermano mayor no reconocido por el padre, el segundo secreto era que a los cuatro años Katty había sido manoseada sexualmente por un tío materno que no había sido denunciado porque la abuela amenazó con echarlos de la casa si iban a la fiscalía, el tercer secreto era que la madre de Katty sufría tremendamente de la enfermedad de los celos.
El padre manifestó: Katty nos ha visto discutir muchas veces por los celos de su mamá y a mí no me ha quedado más remedio que quedarme callado ante tanta furia contenida. Mi esposa sabe que de joven tuve un hijo en una señora y que ahora él tiene 17 años, aunque tenga otro apellido, él viene a verme y conversamos de sus cosas, pero he tenido que decirle que ya no venga y nos vemos a escondidas y mi esposa no sé cómo se entera de que sigo viendo a mi hijo y ella está convencida de que me trae encargos de su madre.
Ella era celosa desde que la conocí y pensé que poco a poco se le iba a pasar. Me hacía unas escenas de celos terribles, yo pensé que la iba a cambiar, pero ha pasado el tiempo y todavía no he podido. Yo no podía ver a ninguna mujer sin que ella se molestara, hasta de su madre se puso celosa alguna vez.
Al comienzo, me revisaba mis pantalones, mis documentos, y si veía algún número telefónico, pensaba que se trataba de algún amorío furtivo. Si algún amigo me daba una tarjeta, yo tenía que tirarla antes de llegar a casa, porque ella iba a pensar mal y una vez me vio y ella fue a recogerla y estuvo toda la tarde y toda la noche preguntándome de qué se trataba esa tarjeta, yo le decía la verdad, pero nada la contentaba, hasta que tuve que decirle una mentira, que era de una chica que quería salir conmigo y que por eso la había arrojado, se puso más furiosa pero ya casi de madrugada pudo dormir tranquila. A mí de muchacho me gustaba jugar pelota, me iba a la cancha y después del partido nos íbamos a tomar unas cervecitas, y cada vez que regresaba la encontraba con una cara demacrada y me reclamaba tanto que dejé de jugar, sin importarme que mis amigos me dijeran sacolargo. También dejé de ir a fiestas, a mí me gustaba bailar, hasta ahora me gusta bailar, pero mi esposa no quiere ir a ninguna fiesta. A ella también le gusta bailar, pero cuando hemos ido a compromisos ineludibles, como el matrimonio de su hermana, por ejemplo, siempre hemos salido peleando y ella ha realizado escándalos en plena fiesta. Una vez, en una reunión, a la esposa del comandante le reclamó una tarjeta que yo le había entregado para realizar unos trabajos de carpintería y allí mismo le exigió que me devolviera la tarjeta.
Ella ha tomado la costumbre de abrazarme y de besarme cuando regreso del trabajo, pero no con cariño, sino como husmeando y oliendo si traigo algún olor extraño. Me revisa mis ropas si tengo alguna mancha extraña, mira debajo de la cama cuando ella regresa a la casa, abre el ropero, y con mucha vergüenza debo confesar que también me ha revisado mi cuerpo, me ha mirado todo si tengo algún moretón y hasta me ha olido mis partes.
Cuando recién nos casamos tuvimos una empleada que no duró ni dos días y a la pobre chica la botó con todas sus cosas a la calle.
La esposa ha escuchado callada durante todo el tiempo que el esposo ha hablado y al final dice, es que siempre he tenido razón para desconfiar. Él me da razones. Pero si usted me recomienda que tengo que someterme a alguna terapia, por el bien de mi hija lo haré doctor, me dijo
La madre de Katty sufre de Celotipia, que es una variante del Trastorno de ideas delirantes.
Yo me pregunto, con tantas cosas terribles, ¿Cómo esperan los padres que sus hijos no se enfermen?
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