Deyanira es la mayor
de tres hermanos. Ella tiene trece años, Mario, el segundo diez y Sergio, el
tercero, siete años.
Deyanira nació de
parto vaginal en un hospital y tuvo muchas dificultades durante el nacimiento,
la madre estuvo sufriendo varios días y como ya tenía sufrimiento fetal,
decidieron realizar un parto instrumentado: utilizaron fórceps, que son como
dos cucharas grandes para tomar la cabeza del feto y ayudarlo a nacer. Nació
morada y demoró en respirar una eternidad. Le limpiaron el líquido verde y no
se la llevaron inmediatamente a la madre, sino que más bien estuvo en
incubadora durante cinco días.
La madre salió de
alta primero y después de varios días le entregaron a su hija. Deyanira tuvo
muchas dificultades para pararse, luego para caminar y empezó a hablar a los
cuatro años, casi al mismo tiempo en que lo hacía su hermano Mario, que sí
nació por cesárea. Como su madre era profesora, la puso en el colegio donde
ella enseñaba y allí podía verla y cuidarla. Repetía varias veces el mismo año
y muchas veces encontraba que otros niños se burlaban de la simplicidad con que
Deyanira veía el mundo. Inclusive los niños menores la enviaban a hacer fuego,
o la convencían para gastarles una broma a las profesoras.
Deyanira aprendía
lento, pero segura, llegó a tener una magnífica letra redonda y muy clara. Le
gustaba dibujar, casi toda su comunicación se realizaba con dibujos. Su madre
le compraba un montón de cuadernos para que escribiera y otro montón de cuadernos
para dibujar. Lo que más le gustaba era pintar con los colores, ella se sentía
muy feliz porque nunca se pasaba de los límites del dibujo, cada parte con su
color.
Y así fue creciendo
hasta hace siete meses en que su hermano Sergio la encontró golpeándose la
cabeza contra la pared del baño y con un cuchillo ensangrentado. La madre
asustada corrió donde ella y se dio cuenta que tenía sangre por todos lados y
no podía distinguir, en medio de su desesperación, de quién era la sangre,
hasta que se dio cuenta que le había venido su menstruación por primera vez. Y
que también por primera vez, Deyanira estaba mostrando un comportamiento
extraño: nunca se había hecho daño. Durante varios días no pudo dormir y empezó
a morderse el dorso de la mano hasta producirse una especie de callos. Por
momentos miraba al vacío y gritaba asustada pidiendo que la defendieran de esos
niños rojos que le querían hacer daño. Decía que todos esos niños le cantaban
en coro que se golpeara la cabeza y si no lo hacía gritaban cada vez más hasta
hacerle doler los oídos.
Deyanira fue llevada
a emergencia, se le realizaron los exámenes respectivos y se hospitalizó con el
diagnóstico de Retraso mental con síntomas psicóticos. Estuvo hospitalizada
durante diez días aproximadamente y su madre tuvo permiso para permanecer junto
a ella.
Al salir de alta,
Deyanira ya no tenía alucinaciones, tampoco se agredía ni se quedaba insomne
toda la noche. Actualmente se encuentra con medicación antipsicótica y al decir
de sus padres y hermanos, está como antes, haciendo los mismos chistes que
hacía. Le gusta salir al parque y de paso lleva a su perrita a jugar con sus
hermanos.
Lo que más me gusta
de Deyanira, aparte de su recuperación, es, que cada vez que viene a la
consulta trae consigo un dibujo especial para mí, lleno de colores. La última
vez me ha traído un pavo real con una cola desplegada enorme, de muchísimos
colores, que desde la pared en que lo he colocado, tiene la capacidad de
quitarle un poco de gris a este frío invierno limeño.